sábado, 30 de julio de 2011

Horas extra.

Las farolas ya encendidas, iluminaban el camino que  seguía descalza Alicia. Con sus finas y carísimas sandalias de tacón en una mano y el pequeño bolso a juego en otra. Su melena rubia todavía algo húmeda estaba desgreñada. Pese a su agotamiento, caminaba erguida y despreocupada, como una modelo de pasarela, vistiendo solamente una minifalda y un top echo con tiras de precinto que apenas tapaba el esbelto cuerpo de la adolescente de 17 años.

Entrecerró sus ojos azules cuando vio acercarse un taxi. Levantó el brazo para que se detuviera y el conductor paró de inmediato.
 Al entrar lo primero que hizo fue tumbarse en el asiento trasero al tiempo que tiraba los zapatos sobre el del copiloto.
El taxista dejó de mirarla por el retrovisor para girarse y verla directamente: Los pies desnudos acariciando la puerta, las largas piernas estiradas una encima de la otra y la espalda descansando sobre la puerta contraria. Vio como rebuscaba algo en su bolso para luego sacar un paquete de tabaco. Sacó un cigarro y lo sostuvo entre sus dedos. -¿Tienes fuego? Le dijo al hombre de unos cuarenta años que no dejaba de comérsela con los ojos. Al final el hombre atendió a su pasajera y le alargó el mechero del coche, esta se inclinó hacia él para prenderlo. Alicia se volvió a incorporar contra la puerta y levantó la cabeza para soltar el humo de su boca.

-Llévame a casa, no tengo dinero para pagarte la carrera pero sí una historia que contarte y algo para la propina.
Dijo con aplomo intimidándolo con la mirada.

Después de las oportunas instrucciones el taxi arrancó. El taxista se aclaró la garganta y consiguió decir al fin: -¿Y que hace una chica de la zona alta por aquí a estas horas y así vestida? 

-Pues resulta que mi padre es el dueño de una empresa de distribución para ferreterías, algo aburrido la verdad. El almacén está aquí cerca. A mi me gusta pasarme por las tardes de vez en cuando después de clase y saludar a los chicos del almacén. La mayoría son jóvenes aunque algo más mayores que yo y están bastante buenos. Se pasan el día haciendo ejercicio, llevando cajas pesadas de aquí para allá… Y a mí me encanta observarlos cuando están sudorosos.

En especial me gusta Toni, un tío de treinta años, moreno, alto, ancho de espaldas y con unos ojos verdes que más de una vez he notado que me follaba con ellos. A veces solemos salir a fumar a la salida de emergencia y charlamos de nuestras cosas. Casi siempre consigo que se sonroje de las barbaridades que le cuento. Me gusta explicarle cuando le caliento la polla a algún niño pijo en la discoteca delante de su novia o cuando me insinúo a un profesor del instituto para conseguir un poco más de nota. Le torturo con estas historias pero sé que disfruta con ellas, lo sé por la tremenda erección que se revela en sus pantalones cuando nos acabamos el cigarro y tiene que volver a entrar en el almacén para seguir trabajando.

Hoy, aún siendo sábado mi padre les ha obligado a venir para hacer inventario tanto a Toni como a dos chicos más. Me sabía tan mal que he querido darles una sorpresa y aparecer por ahí por la tarde con un par de botellas de vodka de importación que le robé a mi padre del minibar. ¡Que se joda! Eso por hacerles trabajar a mis chicos…

Cuando llegué al almacén me encontré con Toni, mi amigo y confidente. Isaak, que es un chico de veintipocos, como siempre con su pelo engominado y su perilla de malote. Y Habib, un magrebí guapísimo con los ojos almendrados, muy alto y con barba.
Me vieron aparecer con mi vestidito de flores, mostrando una buena balconada coronada por un collar de perlas y mis sandalias romanas con sus cintas de cuero enroscándose desde mis tobillos hasta entrecruzarse por mis gemelos.

Se alegraron muchísimo al verme, ya que les había sacado del tedio y la monotonía media hora antes de que llegase el momento de marcharse del trabajo. Les ordené que parasen inmediatamente y que se tomasen un descanso. Ya habían trabajado suficientemente por hoy.

Sacaron unos vasos de plástico del dispensador de agua y una bolsa de hielo de la nevera que tienen los empleados en la cocina.

Estuvimos bebiendo, riendo y fumando en una mesa del almacén. Ellos a mi alrededor y yo subida a la mesa con las piernas cruzadas, buscándole el doble sentido a todo lo que me decían y metiéndome con uno y con otro.

Al rato, todos estábamos algo bebidos y Habib se ausentó para ir al baño, momento que aprovechó Isaak para salir a la calle a llamar por el móvil.
En ese instante, Toni se acercó a mí y un calor insoportable empezó a extenderse por mi pecho hasta explotar en mi cabeza. Supe perfectamente lo que iba a pasar, así que decidí no resistirme y darle a él lo que llevaba tanto tiempo esperando. Me agarró por la nuca y acercó su boca. Conectó perfectamente con la mía ya entre abierta, esperando que su lengua se metiera dentro de mí y me hiciese estallar saboreando su saliva con gusto a vodka. Acto seguido lo rodeé por su cintura con mis piernas y le bajé la cremallera de su mono azul marino. No llevaba camiseta debajo, así que mi mano acariciaba su pecho bien modelado y su fino vello mientras él me devoraba el cuello.

Sus manos por detrás también trabajaban e intentaban librarse de los corchetes del vestido. Acabé de bajármelo yo misma apartándome un poco de Toni, para así mostrarle como me desprendía también del sujetador de encaje que llevaba. Se quedó un rato mirando mis pechos, que sin ser demasiado grandes si que son perfectamente firmes y duros.  Entonces fui yo quien esta vez le agarró por el cuello y le atraje hasta ellos para que los probara. Toni se entregó deseoso a mis tetas agarrándolas con fuerza, haciéndome sentir como su boca chupaba toda mi aureola.

Repasaba su lengua por mis pezones pensándome que se iban a romper de lo duros que se habían puesto, no contento con ello el cabrón los retorcía haciéndome gritar de placer. Ya era demasiado tarde, me había mojado por completo…

Me quité del todo el vestido y abriéndome de piernas totalmente para él, comencé a palparme por encima del tanga mirándolo con deseo. Toqué la yema de mis dedos y estaban cubiertos por mi líquido viscoso. Llevé la mano a la boca de Toni y le metí los dedos. Él entrecerró los ojos y los chupó con delirio. Le ordené que si tanto le había gustado que se llenase la boca de mi sabor.
Me quité el tanga, húmedo y pringoso, hice con él una bola y se lo metí a Toni dentro de los calzoncillos frotando el encaje contra su polla empalmada. Se agachó hacia mi coño y lo abrió con sus dedos gruesos y fuertes.  Su boca no tardó  en llegar y sentí como me penetraba con ella, grande y suave, metiéndose bien adentro, buscando mi placer. Yo apretaba su cabeza entre mis muslos sudorosos y lo agarraba del pelo para que no parase de hundirla y agitarla.

En ese momento, vi como desde la esquina Habib nos miraba con los ojos abiertos como platos, se había bajado la cremallera del mono y su mano meneaba con fuerza una increíble polla circuncidada. Eso me puso cardiaca.

Le guiñé un ojo y le pedí que se acercase haciéndole un gesto con mi mano. El moro trajo hasta mí su cuerpo de armario empotrado de unos dos metros de estatura, todo esto sin dejar de pajearse. Como Toni no sabía que estaba pasando al tener la cara metida en mi coño apresado por mis muslos, comencé a tocar la polla de Habib, muy grande, gruesa, con las venas marcadas. La boca se me hacía agua mientras él me sobaba los pechos y se dejaba pajear por mi mano que recorría su falo. Su capullo al aire libre comenzaba a chispear y yo no podía resistirlo más, tenía que sentir por dentro ese tronco.

Separé las piernas de golpe y Toni se incorporó sorprendido al tiempo que veía como Habib estaba semidesnudo y con su pollón en mi mano. Le pedí con mi mejor carita de niña buena que no se enfadase, que esta tarde quería divertirme con todos y que en agradecimiento por comerme tan bien el coño podría follarme la boca mientras Habib me la metía hasta el fondo. Al principio dudó, pero después de besarlo cambió de opinión y complació mis deseos.

Se desnudaron los dos por completo y poniéndose uno delante y otro detrás se pegaron a mí para que pudiera sentir sus cuerpos calientes y sudados. Olían fuerte después de una dura jornada de trabajo  y sus pollas se apretaban contra mí. Los besé a los dos y me incliné hacia el pubis de Toni. Su miembro sin ser tan grande cómo el de su compañero no tenía nada que envidiar. Por su parte Habib tenía a su disposición mis caderas y noté como me agarraba de ellas, yo separé un poco mis piernas y comencé a lamer a Toni sintiendo cómo su amigo comenzaba a introducírmela  poco a poco.
¡Dios! Qué sensación, he probado bastantes pollas en mi vida, pero la forma en que Habib me reventaba por dentro no lo había sentido jamás. Y no es solo por su increíble tamaño, si no que además el cabrón sabe como usarla. Me agarraba de las caderas con fuerza, como si me fuese a escapar de esa tortura tan placentera. Iba penetrándome con dureza, notando como su capullo chocaba contra el cuello de mi útero. Manteniendo un buen ritmo sin cansarse.
Yo en esas ya tenía el aparato de Toni en la boca así que no podía chillar aunque me hubiese encantado hacerlo. La polla de mi amigo sabía genial, tenía un punto suave y amargo  muy rico y saboreaba su capullo con gusto mientras sentía las embestidas del magrebí. Toni me agarraba de la cabeza y me la metía casi hasta tocar mi campanilla, dispuesto a violarme la boca tal y como le había prometido. No le costaba demasiado, ya que con los empujones del otro por detrás me venía a él de golpe chupando todo su falo por completo apretándolo entre mis labios.

Los tres escuchamos el sonido de la puerta metálica del almacén al cerrarse de golpe y nos acordamos entonces del pobre Isaak, que había vuelto de llamar a su novia por lo que nos dijo, justo antes de dejar una frase a la mitad al reparar en nosotros, desnudos y muy ocupados pasándolo bien. Se quedó parado y sin saber que decir. A punto estuvo de disimular e irse al vestuario para recoger sus cosas para irse, cuando le dije que no se preocupara que también quería que se aprovechase de mí.

Al estar ocupada con esos dos tiarrones le pedí a Isaak que se desnudara y comenzase a lamerme y tocarme por donde más le gustase. El chico me enseñó un cuerpo delgado pero muy fibrado y bronceado, con tatuajes en el hombro y el pecho. Comenzó a masturbarse mientras sobaba mis pechos. Alargué una mano y cogí su pene, no tan grande cómo el de los otros dos pero igual de gustoso y se lo meneé para darle también mi ayuda. Fue entonces cuando me sobrevino un orgasmo increíble que hizo que se me agitase todo mi cuerpo que me hizo chillar con la boca llena. El coño me palpitaba y el flujo se resbalaba por mis muslos temblorosos.

Habib había echo bien su trabajo pero no quería que parasen conmigo ahora. Noté que Toni estaba fuera de si y no quería que se desbordara en mi boca aún, cuando todavía tenía trabajo que hacer. Saqué su polla totalmente embadurnada en saliva, un hilo unía mis labios con su glande y lo chupe, como también sorbí las babas que le había dejado por encima de una forma sonora solo por poner a los tres bien cachondos. Dejé de pajear a Isaak y le pedía Toni que se tumbara boca arriba en el suelo.

Me puse a cabalgarlo a mi gusto, vestida solo con mis sandalias y mi collar de perlas, contoneándome con su verga bien adentro.

Le dije a Habib que tenía sed y que me pasase la botella de vodka que aún nos quedaba. La abrió y la trajo hasta mí. Abrí la boca y el potente alcohol recorrió mis labios y mis pechos. Me tumbé sobre Toni y le dí de beber un poco vaciando mi boca sobre él.
Después me incorporé y le dije a Habib que siguiera vertiéndome un poco más sobre los pechos. Impregnada en alcohol y moviéndome arriba y abajo encima de Toni, no tuve que decirle a Isaak lo que tenía que hacer y el pequeñín comenzó a lamerme el vodka de mi cuerpo. Mientras él se entretenía emborrachándose con mis tetas, yo ya tenía la polla del moro en la cara.

Le comencé a masturbar mientras me metía sus huevos en la boca recorriéndolos con mi lengua. Me los sacaba succionándolos con un sonoro chasquido. No quería dejar de lado a Isaak y menos con lo complaciente que resultaba. Los puse a cada uno a un lado y comencé a masturbarlos a la vez, sin olvidarme de chuparle primero a uno y luego a otro. Era curioso notar una enorme en mi mano que casi me costaba apresarla del todo y otra menos generosa, en la boca también lo notaba: Mientras que una parecía que iba a desencajarme la mandíbula y no pasaba de introducirme ni la mitad, la otra entraba perfectamente y todavía sobraba para abrir la boca y sacar la lengua, apretando mi nariz contra su pelvis afeitada y dejando que mis babas resbalasen por sus testículos.

Me volví a correr, esta vez chillando lo que me daba la gana sintiéndome libre. Con Toni agarrándome fuerte por las nalgas y una polla en cada mano. Mi amigo comenzó a decirme que era una puta, lo repetía sin dejar de poner su polla bien dura para mí. Yo contraía fuertemente los músculos de mi vagina para sentirla mejor. Me volvió a insultar con rabia, cachondo perdido, azotando mis nalgas sonoramente. Eso me puso cachondísima, me hizo sentir sucia, en ese momento hubiese deseado que alguien me grabase para que mi padre pudiese verme después y se diese cuenta de lo guarra que es su “princesita” como a él le gusta llamarme.

De nuevo el orgasmo se apoderó de mí recorriéndome por dentro. Creí que la cabeza me iba a estallar por culpa del calentón y el vodka. Toni no iba a tardar en correrse pero necesitaba torturarlo un poco más. Me levanté y el líquido se escapaba de mi vagina haciéndome sentir no mojada, si no empapada.

A Isaak todavía no me lo había follado y pensé que era una pena desperdiciar una picha tan rica. Pero después de la ensartada que había recibido de esos dos pollones, decidí que quería algo que aún no había probado esa noche.

Coloqué a Toni y a Habib delante de mí. La sola visión de sus cuerpos desnudos, musculados y grandes hacían que mi excitación no dejase de aumentar. Me puse en pompa para  Isaak y le ordené que no fuese remilgado y comenzase a lamerme el culo mientras yo me encargaba de sus amigos. Sin rechistar abrió mis dos nalgas y empezó a dedicarme brochazos con su lengua arriba y abajo, largos y profundos, luego rápidos como un perrito cuando bebe, luego probaba de meter la puntita de la lengua dentro. Yo no dejaba de gemir mientras masturba a los otros dos y comencé a chuparles la polla a la vez, quería tenerlas a la vez en mi boca y no me importaba que se quejasen por que sus glandes se acariciasen dentro de ella.

Para mi sorpresa no hubo ninguna negativa y los dos jadeaban como perros mientras sus pollas compartían el mismo espacio y hasta se rozaban bien lavadas en mi saliva de vodka. Me encantaba.

Le pedí a Isaak que me quitase el collar de perlas que levaba del cuello apartando mi pelo de la nuca para que viese el cierre. Cuando me preguntó donde quería que lo dejase, le dije que no era para guardarlo sino para que lo chupase y lo metiera despacito, perla a perla por mi ano.  De nuevo hizo lo que le pedí y al rato noté como sus dedos empujaban poco a poco las perlas de mar de mi collar, cuando llevaba unas cuantas dentro, volvía a sacármelas poco a poco y luego seguía metiéndome más. El regalo de mi papi por haber aprobado con sobresaliente el curso estaba entrando por mi culito, ayudando a dilatarlo poco a poco, haciéndome gemir con cada perla.

Saqué sus dos pollas de mi boca un momento, me llené la mano con las babas resultantes de tanto chupar y abrí mis piernas. Le dije a Isaak que dejase el collar en cualquier sitio y se incorporara detrás de mí. Busqué la polla de él entre mis piernas y la lubriqué entera poniendo especial atención en su glande. Entonces le dije que comenzase a metérmela por detrás con cuidado. 
Notaba la polla de Isaak entrando poco a poco por mi culo, quemándome por dentro. No dejaba de meterme los dedos por la excitación y Toni y Habib disfrutaban de mi doble felación sin rechistar. Sentía como ya la tenía totalmente dentro de mí y entonces comenzó a sacarla hasta la mitad, me follaba despacito pero la notaba durísima como entraba y salía de mí.

Ahora bien servida por detrás quería dedicarme a volverles locos a los otros  dos y me empeñé en satisfacerlos masturbando a uno mientras el otro recibía un buen mamazo.
No sé si era por excitación o celos, pero cuando chupaba a Toni, este me cogía de la cabeza y me apretaba fuerte contra él. Esto hacía que se me escapasen las lágrimas haciendo que se corriese el rimmel y me diesen arcadas, cada vez que conseguía sacármela de la boca dejaba un buen charquito de saliva en el suelo.

No se lo recrimino. Quizá el chico llevaba deseándome en secreto mucho tiempo y ahora le fastidiaba un poco tener que compartirme. Pero la cosa salió como salió y debería comprender que yo no soy de nadie.

Sintiéndome totalmente llena por mis tres orificios entre los miembros de uno y de otro y mis propios dedos, el cuarto orgasmo empezó a liberarse por dentro de mi ano coincidiendo casi con otro gracias a mi misma y mis dedos que frotaban el clítoris. Chocaron las dos corrientes eléctricas dentro de mí revolviéndome entera, haciéndome que casi me cayera al suelo del placer.


Me puse a gritar y a llorar como una loca con la sensación que me embargaba sin dejar que Isaak sacase su pene de dentro sujetándolo por la cadera con una mano.

Ya recompuesta del doble orgasmo permití que Isaak saliese dentro de mí y se limpiase con un rollo de papel de manos que había en la mesa.
Ellos habían estado geniales conmigo y ahora quería poner punto y final a la fiesta.

Me puse de rodillas e hice que me rodeasen los tres y sonriéndoles  me puse a chupar a uno y otro, contentando con mis manos a quien se quedaba sin probar mi boca.  Me concentraba en devolverles todo ese placer mientras oía una sinfonía de gemidos.

El primero en darme su leche fue Isaak, el pobre estaba pasándolo mal hasta que no pudo aguantarse y me regaló una cascada suave y espesa sobre mi mejilla izquierda. La crema caliente se derramaba mejilla abajo y atrapaba un poco en la comisura con mi lengua, su sabor era un poco fuerte pero resultaba un delicioso premio.
Después vino Habib, mientras lo pajeaba, su increíble aparato disparó contra mi cara un chorro enorme de semen inundándome.

Entonces solo faltaba Toni, mi querido Toni. Se resistía a correrse hasta que ya más liberada de mis otros dos amantes comencé a chupársela sin compasión moviendo mi cabeza hacia delante y hacia atrás. Noté como su polla se hinchaba un poco más de lo normal hasta que me dio todo su esperma dentro de mi boca. Se quedó con el miembro dentro unos instantes disfrutando del orgasmo, suspirando.
Después se incorporó y la sacó poco a poco. Le enseñé como abría mi boca y le mostraba el fruto de su deseo en forma líquida hacia que tanto tiempo había estado reservando para mí.

Sin apartar la vista de sus ojos, saqué mi lengua para que su nata resbalase por mi barbilla y pringase mis pechos.

Me sentí embadurnada por la leche que recorría mi piel. Me puse a restregármela por mis pechos y con mis dedos jugaba con la que tenía en la cara, probándola, pasándome el líquido blanco por los labios y la lengua.

Al rato Isaak sintió mucha prisa de repente, diciendo que su novia le estaba esperando. Recogió su mono azul marino y se fue corriendo al vestuario para irse. Le noté algo avergonzado la verdad.

Por su parte Habib hizo lo propio despidiéndose de Toni con una sonora encajada de manos y dándome a mí un besito en la frente. Se iba contento y feliz a casa diciéndonos en voz alta que deberíamos repetirlo algún día.

Nos quedamos solos Toni y yo. Me ayudó a levantarme y me acompañó a las duchas del vestuario.  Allí se quedó mirándome, en el quicio de la puerta,   fumándose un cigarro mientras yo lavaba mi cuerpo, limpiándolo de la lujuria que les había hecho que derramasen sobre mí.

Al salir de la ducha, me devolvió mis zapatos y me acompañó a la mesa donde había dejado mis cosas. Se molestó en limpiar un poco los restos de la fiesta con cuidado para que mi padre no sospechase nada.

Mi sorpresa fue cuando me dí cuenta que el vestido estaba tirado en el suelo, arrugado, manchado de ceniza, de polvo, de vodka y a saber de qué más.  Le enseñé el trozo de tela arrugada y sucia a Toni y le dije que no podía ponerme esto de nuevo para irme a casa.  Se quedó un rato pensando y cogió una precintadora que había en la mesa.

Sin que pudiese responderle, me pidió que levantara los brazos y entonces envolvió mis pechos con la cinta adhesiva, preocupándose por realzarlos y que asomase un bonito escote. Dio un par de vueltas para asegurarse que había quedado bien y acto seguido comenzó a envolverme de nuevo, esta vez a la altura de mis caderas, fabricándome una falda tira a tira mientras me daba vueltas hasta taparme un poco por debajo de la altura de mi culo. Me preguntó que qué me parecía y le dije que me encantaba el modelito, estaba hecho con más cariño y era mucho más sexy  que los que me regalaba mi padre.

Resultaba algo dificultoso andar con los muslo tan juntos, así que preferí no complicarme más poniéndome las sandalias de tacón. Metí el collar en el bolso y al darme cuenta que no me había dejado ponerme la ropa interior antes de “vestirme” con el precinto, le regalé a Toni mi sujetador y el tanga a juego de Victoria’s Secret, para que tuviese un recuerdo bonito de ese día.  Me acompañó hasta la puerta del almacén y nos despedimos con un fuerte y largo beso. Antes de salir, saqué de mi bolso el pintalabios y le escribí mi número de teléfono en el pecho junto a un corazón y le pedí que me llamase cuando quisiera que estuviésemos los dos solos la próxima vez. 

- Y entonces fue cuando te vi andando sola con ese extraño vestido.
Dijo el taxista que había prestado atención a todos los detalles de la historia que le contaba esa chica de cuerpo aniñado provocándole una increíble erección que no paraba de palpar.

- Así es, ya casi hemos llegado a mi casa, preferiría que te metieras directamente dentro del parking del edificio, así podría entrar en casa más discretamente, sin que me vea nadie. Por suerte mis padres no están en casa esta noche.
Como te dije antes, te he pagado con mi historia. No puedo quitarme este vestido fácilmente y si lo hiciera no podría volver a ponérmelo antes de entrar en casa. Pero si quieres, pasa al asiento de atrás y te daré la mejor propina de la noche. Ya verás como mi boca no se ha quedado seca después de tanto hablar.

Sigue leyendo...