La primera vez que mi vecino Oscar comió un coño fue con 14 años. Su primer coño fue el de su hermanastra Claudia, de la misma edad que él.
Mi vecino, era en realidad solo medio vecino, ya que iba después de clase conmigo a casa de su abuela que vivía en el mismo edificio que yo, hasta que venía su madre a buscarlo después del trabajo. Oscar y yo íbamos a la misma clase, hacíamos los deberes juntos por las tardes y, si teníamos tiempo, me bajaba a escondidas una cinta vhs con alguna película porno que había grabado mi padre en Canal Plus para masturbarnos en su habitación.
Una de esas tardes, después de que me sacara una cinta camuflada de mi pantalón, me dijo que quería contarme una cosa que había hecho. Una cosa que le había gustado pero que no sabía del todo si estaba bien o mal.
Me confesó que el sábado anterior había ido a la playa con su madre, el actual novio de esta y Claudia, su hermanastra.
Claudia era una chica delgada, de pelo castaño, media melena, con unas pecas que le dibujaban la mayor parte de la cara y unos ojos verdes de chica traviesa que yo no podía evitar recordar de vez en cuando. Era delgada y casi tan alta como yo. Practicaba gimnasia rítmica en su cole.
La conocí cuando la madre de Oscar empezó a salir en serio con el padre de ella. Aunque solo la había visto tres o cuatro veces, la recordaba de forma tan nítida en mi mente que algunas noches fantaseaba con ella antes de quedarme dormido.
Volviendo al tema de la playa, ellos estaban jugando en el agua solos, alejados de la atención de sus respectivos padres, que permanecían tumbados en la arena tomando el sol despreocupadamente. Oscar se ponía las gafas de buceo y jugaba a pasar por entre las piernas de Claudia agarrándola por las pantorrillas. Me confesó que le excitaba tocar sus piernas de forma furtiva aunque no fuese intencionadamente.
En una de estas, cizañero como era Oscar, comenzó a salpicar a su hermanastra. Ella, harta del comportamiento abusón de él, le espetó con un sonoro "¡cómeme el coño!" Oscar paró de inmediato y se quedó con cara de tonto. Tras unos segundos sin reaccionar, mi vecino le contestó: –Por mi encantado.
–¿Lo dices en serio? –preguntó Claudia, de repente sonrojada por el valor que había demostrado su hermanastro.
–Sí, me encantaría probarlo.
En ese momento, Oscar tenía un miedo atroz de que ella comenzase a gritar escandalizada y que fuese corriendo a por su padre para contárselo todo. Pero lejos de montar un numerito, Claudia metió los brazos dentro del agua y se removió para quitarse la braguita del bikini estampado que llevaba. Sacó el trozo de tela empapado y se lo tiró a la cara a Oscar. –Venga, comienza valiente. –le retó.
Oscar titubeó unos segundos y acto seguido se puso las gafas de buceo y se sumergió para agarrar de nuevo las piernas de su hermanastra. Esta vez la cogió firmemente por los muslos y acercó la boca a su pubis para lamer con excitación el coño de su hermanastra.
En ese momento, Oscar tenía un miedo atroz de que ella comenzase a gritar escandalizada y que fuese corriendo a por su padre para contárselo todo. Pero lejos de montar un numerito, Claudia metió los brazos dentro del agua y se removió para quitarse la braguita del bikini estampado que llevaba. Sacó el trozo de tela empapado y se lo tiró a la cara a Oscar. –Venga, comienza valiente. –le retó.
Oscar titubeó unos segundos y acto seguido se puso las gafas de buceo y se sumergió para agarrar de nuevo las piernas de su hermanastra. Esta vez la cogió firmemente por los muslos y acercó la boca a su pubis para lamer con excitación el coño de su hermanastra.
Me explicó que aunque salía a ratos a la superficie para tomar aire, volvía a zambullirse cuando veía la cara de plena felicidad de Claudia. Bajaba de nuevo y la lamía sin descanso mientras se frotaba como podía contra su pie como un perrito cariñoso haría con su dueña. La agarraba por los muslos y las nalgas revolviendo su cara contra ella. Metía la nariz dentro de su raja y la comía por dentro lo mejor que un novato en ese asunto sabía hacer. Incluso jugaba con el pulgar de una mano u otra introduciéndoselo con cuidado, más por miedo de que se quejase que por recato, ya que la excitación de Oscar era máxima en ese momento.
Y así estuvo recorriendo la estrecha hendidura de ella con la lengua, la boca y la barbilla hasta que harto de necesitar oxígeno para seguir satisfaciéndola, emergió violentamente agarrándola del culo y dejándola estirada sobre la superficie del agua se dedicó a enterrar su cabeza contra el sexo de la causante de tanto vicio.
Ella mientras no podía sino atraparlo con sus muslos y apretar fuerte contra él, estirándole del pelo, dejándose llevar por un mar de sensaciones que nunca antes había experimentado.
Al rato, Claudia sujetó a Oscar por la nuca y le empujó el coño contra la boca para que lo chupase con mas ahínco a la par que ella comenzaba a frotarse el clítoris. La chica no tardó en convulsionarse entre espasmos agitando las caderas y las piernas de forma frenética justo cuando sacó la cabeza mi amigo antes de ahogarse entre los muslos de Claudia. Ella se tocó unos instantes dentro del agua, con los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior, gimiendo bajo la atenta mirada de Oscar que no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Era la primera vez que veía al natural un orgasmo femenino.
Aliviada por fin, suspiró hasta recobrar el aliento. Se sumergió un momento y sacó la cabeza del agua echando la frente hacia atrás para que el mar le peinase el cabello. Claudia le escupió un poco de agua que había en su boca dándole de lleno en la cara.
Cuando consiguió calmarse, le preguntó a Oscar: –¿Qué? ¿Sabe rico mi coño?–
Balbuceó nervioso pero consiguió responderle que sabía a agua salada y ella se rió. Cogió entonces la parte de debajo de su bikini, que había anudado a su muñeca como si fuese un coletero para no perderlo y se lo volvió a poner. Ella se abrazó a él y le susurró al oído: –Ahora no quiero que te pajees, quiero que te quedes aquí hasta que se te baje la polla y en casa te la cáscaras para mí. Quiero ver como lo haces.
Un día te espié haciéndolo en tu habitación y me encantó. Se mordió el labio y le guiñó el ojo para luego abofetearle cariñosamente la cara.
Balbuceó nervioso pero consiguió responderle que sabía a agua salada y ella se rió. Cogió entonces la parte de debajo de su bikini, que había anudado a su muñeca como si fuese un coletero para no perderlo y se lo volvió a poner. Ella se abrazó a él y le susurró al oído: –Ahora no quiero que te pajees, quiero que te quedes aquí hasta que se te baje la polla y en casa te la cáscaras para mí. Quiero ver como lo haces.
Un día te espié haciéndolo en tu habitación y me encantó. Se mordió el labio y le guiñó el ojo para luego abofetearle cariñosamente la cara.
–¿Y entonces qué? –le respondí impaciente por saber el final de la historia– ¿Te la meneaste delante de ella o no?–
El pobre miró avergonzado al suelo y al alzar la vista me dijo enfadado: –¡Tío se te ha puesto dura pensando en mi hermana!–
El pobre miró avergonzado al suelo y al alzar la vista me dijo enfadado: –¡Tío se te ha puesto dura pensando en mi hermana!–
–Hermanastra. –le contesté yo– Y en todo caso lo será cuando su padre y tu madre se casen. Y ahora me voy a casa que es tardísimo, mañana me cuentas si te la acabó tocando en tu cuarto o no.
Descaro sexy mmmmmmm Me gusta.
ResponderEliminarQuiero la continuación ya mismo *¬*
ResponderEliminarMe recuerda al Tambor de Hojalata? Que el chico se llame Óscar ayuda! :P
ResponderEliminarhttp://www.dalealplay.com/informaciondecontenido.php?con=223981