lunes, 14 de mayo de 2012

Mi tía Paloma.

Desde que mi tía Paloma se divorció del cerdo de su marido, es otra. Pasó de ser una cuarentona, maruja de su casa, a toda una madurita de esas que se la comen con los ojos tanto los de su edad como los jovencitos.

Hace unos meses cambió de imagen, dejando su cabellera castaña con rulos a un peinado cortito moreno muy sexy. Volvió hace nada de un viaje a Canarias con la piel completamente bronceada. – ¡Ay Laura! ¡Probé el nudismo por primera vez y me encantó! Mira, ni una sola marca de bikini. – Me confesó a su regreso, enseñándome el escote.

Ahora paso mucho más tiempo con ella. No hace nada en todo el día ya que su ex marido le pasa una buena pensión. Es lo que suele ocurrir cuando presentas, como prueba en una demanda de divorcio, unas fotos de tu marido montándoselo con una prostituta.

Hace poco me propuso que la acompañara al gimnasio con ella por las mañanas:  – No te lo digo porque necesites ponerte en forma, estás estupenda. Pero te lo pasarás mejor conmigo que corriendo tú sola por el parque. Además, está lleno de chicos guapos. A veces finjo que no sé usar una máquina de pesas para que me ayude alguno de los monitores ¡Y no veas lo atentos que son a la hora de enseñarte! ¡Qué manos tienen por Dios!

Como veis mi tía Paloma está desaforada. La quiero mucho y me alegro por ella porque por fin vuelve a disfrutar de la vida.
El caso es que llevo cosa de un mes yendo con ella al gimnasio. Cuando estamos en el vestuario se fija bastante en las otras mujeres, pero no noto que lo haga para comparar físicos o por envidia, se le nota cierto deseo en la mirada. A veces me ha llegado a insinuar si tal o cual mujer tiene un culo estupendo. – No tan hermoso como el tuyo cariño, pero el suyo no está mal. – Me dijo en una ocasión, tras darme una palmada en mi trasero. Nos reímos bastante.

En la sala de fitness, le gusta saludar a todo el mundo, sobre todo a los chicos, no tiene reparos en coquetear con todo tío que le entre por los ojos, sea joven o maduro. Los tiene a todos embobados y a veces hasta aprovecha para meterles mano de forma disimulada. Yo me muero de vergüenza cuando se pone a ligar con ellos, pero me encantaría tener su desparpajo a la hora de hablar con los tíos.

Pero eso no es lo que más me llamaba la atención. Lo que me intrigaba, es que siempre me pide que seamos muy puntuales a la hora de entrar. Y cada día a eso de las diez y media, después de nuestra rutina de ejercicios conseguía darme esquinazo y se largaba con alguna excusa. Después me la encontraba siempre en el vestuario con la toalla saliendo de alguna ducha, con una sonrisa de oreja a oreja. Si le comentaba a donde iba cada día a las diez y media, me cambiaba de tema.

Ayer quise poner fin a tanto misterio y cuando ella se despedía de mí diciéndome que se había dejado algo en la taquilla, esperé a que saliera de la sala para seguirla sin que me viera. De repente aceleró el paso y giró por un pasillo del gimnasio.
Me asomé tras la esquina y vi como entraba por una puerta, cerrándola tras de si con rapidez. Me encontraba más intrigada que antes hasta que decidí acercarme a la puerta con cuidado, esperé unos segundos y miré a ambos lados para asegurarme que no venía nadie. Agarré con fuerza el pomo y lo giré.

Abrí la puerta lo justo para poder ver lo que había: Un vestuario antiguo que no se usaba desde hacía años. Al no encontrarme con nadie, entré y cerré la puerta. Al parecer este viejo vestuario se utilizaba como trastero. Había un pequeño y estrecho pasillo, pero no había ni rastro de Paloma. Avancé con cuidado mientras la luz de los fluorescentes parpadeaba en el techo. Al encontrarme con el final del pasillo vi que este se prolongaba hacia la derecha, el recodo que formaba estaba casi tapado por unas taquillas viejas atravesadas, me colé entre ellas y me asomé para ver que más había.

Encontré a mi tía de cuclillas delante de una pared alicatada donde habían estado antes las duchas de ese vestuario. Allí podía ver una serie de agujeros que habían servido para los grifos. Mi tía estaba mirando a través de uno de estos agujeros mientras hablaba entre dientes.

Notaba como cada vez le hablaba más alto a esos orificios y se tocaba con más ganas. Aún con la distancia que me separaba de aquel espectáculo, podía comenzar a escuchar las risas y los murmullos masculinos al otro lado de la pared. Obviamente se había conseguido un asiento en primera fila para espiar a los chicos que se duchaban tras un duro entrenamiento.

Mi tía, con la mano ya totalmente dentro de sus shorts de lycra, no apartaba el ojo de uno de los agujeros. Supuse que ella no quería llamar demasiado la atención, pero de pronto acercó sus labios al agujero y dijo: – Así moreno. Enjabónate bien ese culo que tienes. Y tú, deja de frotarte tanto ahí que se te va a acabar borrando.–

– Ya verás cuando te demos lo tuyo, ya… – Dijo una voz desde el otro lado del vestuario. Al parecer los higiénicos deportistas eran plenamente conscientes de su espectadora habitual.

He de reconocer que me excitaba sobremanera la forma lasciva y desvergonzada de mi tía hablándoles así a esos extraños mientras se masturbaba sin ningún pudor. Se encontraba ya con el top de tirantes subido para poder magrearse las tetas con total libertad.

Yo comenzaba a notar cierta humedad entre mis muslos y aunque me sentía incómoda por espiar asomada en mi esquina, tampoco podía dejar de mirar.

Las gotas de sudor resbalaban por encima de las pecas de sus voluminosos pechos descubiertos. Mi mano estaba sin darme cuenta bien metida dentro de mis bragas de forma instintiva sin haberme dado cuenta de ello. Lo que hacía estaba mal, pero me encantaba y no quería parar de hacerlo.

Mi tía Paloma no tardó en quitarse los shorts, el top  y el sujetador que tanto le estaban incomodando y los lanzó sin mirar a escasos centímetros de mi posición.

Ahora con mayor comodidad podía seguir frotándose al tiempo que se lamía los dedos. Esa escena me estaba quemando por dentro. El cuerpo estupendamente conservado de mi tía me estaba excitando muchísimo y notaba como mi flujo manchaba mis pantalones al resbalar por mis muslos.
Noté que se me incendiaban las mejillas del calor cuando vi que después de meterse los dedos concienzudamente dentro de su coño, los colocaba dentro del agujero.
Noté por la expresión de su cara que alguien había mordido el cebo. Ya que ella sentía igual o más placer que cuando se estaba tocando.
– Así, lámelos bien mi niño, que te los he untado como a ti te gusta, goloso. –   Le decía a la boca que se estaba empalagando con el flujo resultado de su excitación.

Justo entonces, cuando ya creí que la cosa no podía ponerse más lasciva, de otro de esos agujeros comenzó a asomarse una polla.
Sin pensarlo, mi tía alargó la mano para amasarla rítmicamente devolviendo los dedos que habían sido lamidos, de nuevo a su coño. No tardó en acercar la boca a ese cilindro de carne duro, se lo metió casi por completo en la boca con los ojos cerrados como si estuviera paladeando un postre. 

Estaba ella succionando hacia adentro y hacia afuera ese pene anónimo, cuando otros dos aparecieron por los agujeros que había, uno a cada lado. No desatendió ninguno y utilizó las manos para tocarlos, sin dejar escapar de su boca el que tenía en medio.

Yo no podía aguantar más. Justo en ese instante me sobrevino un orgasmo brutal que no pude callarme. Mi tía sobresaltada, dio un respingo y se volvió hacia mi posición. Ella de cuclillas ya con la polla fuera de su boca, que dejó abierta, me miró fijamente.

Me pilló con una mano dentro de mis shorts, empapados. Y la otra agarrándome un pecho. Con las rodillas temblorosas y la boca seca. Me ardía la cara de vergüenza.

– ¡Eh! ¿Qué pasa? ¿Por qué paras? – Le gritaban desde el otro lado de la pared.  – Lo siento. – Murmuré. Ella sonrió y con un gesto de su mano me pidió que me acercara. Temblorosa obedecí y caí de rodillas delante de ella.

Me abrazó. Sus pechos duros, sudorosos y calientes se rozaron con los míos. Nunca había tenido ese tipo de contacto con otra mujer. – Me he corrido tía. – Lo sé, te he escuchado perfectamente. – Sonrió y me dijo al oído: – Pero estos aún no, y me vendría bien que me ayudaras. Seguro que aún te quedan ganas. – Asentí nerviosa. Me dejé llevar por ella que sin duda sabría guiarme.

Me cogió por los hombros para acercarme la polla ensalivada que ella había dejado y no pude resistirme a continuar la faena. Ella se dedicó a comerse la de al lado. Después se la sacó de la boca y dijo en voz alta: – Hoy me he traído a una amiga, que a veces, yo sola no puedo con todos vosotros. – Tú tienes hambre para dar y tomar, no disimules. – Respondió uno.

Nos pusimos a reír y casi me atraganto con mi propia saliva. Intentaba emular lo mismo que hacía mi tía: Escupía sobre el pene que tenía delante, lo masturbaba delante de mi cara, y repasaba con mi pezón el agujerito del glande.
Se notaba que Paloma tenía experiencia, porque el chico que ella atendía no tardó en evacuar toda su leche dentro de su boca. Mi tía, viendo como me estaba volviendo a masturbar, me enseñó la boca bien abierta cargada de esperma recién ordeñado para luego cerrarla y engullirlo sin mediar palabra.

Se levantó de su puesto y se dirigió a mí. Entonces se colocó de cuclillas a mi lado para pajear el miembro que había a mi izquierda mientras me miraba. La otra mano la usó para sacar la mía de dentro de mis bragas. Empezó a lamerme los dedos poniendo los suyos dentro de mí. Me estaba poniendo cardíaca de nuevo. Se metió la polla que quedaba delante de ella sin parar de masturbarme a mí, mientras yo seguía con la que me había tocado. Dejó la suya un momento. Quería que compartiéramos la mía: Mientras ella chupaba el tronco, yo me dedicaba a encerar la punta y al rato intercambiábamos posiciones.

Estábamos amorradas al mismo falo y ella aprovechó para comerme la boca sin apartar la polla que teníamos delante.
De pronto oímos al que la tenía en el agujero de en medio quejándose por la falta de atención. Mi tía Paloma puso arreglo a eso pidiéndome que le lamiese entre los pechos para lubricárselos. Con el calentón que llevaba no lo dudé y seguía pajeando la polla que tenía delante mientras ensalivaba el canalillo de ella. Después se fue para el huerfanito que habíamos dejado y abrazó con sus tetas su polla. Haciendo que su prepucio se escondiese y volviese a asomarse. Entre tanto procuraba derramar su saliva sobre la punta para que siguiese resbalando igual de bien.

Oí al que tenía delante, gritar tras la pared que estaba a punto. No quise ser menos que mi tía y me preparé para recibir su descarga. Se derramó más por mi cara que por mis labios. Al sentir esa crema espesa sobre mis mejillas llegó mi segundo orgasmo de esa mañana. No tardó en deshincharse su pene y después de sacudirle las últimas gotas desapareció por el agujero de la misma forma que apareció.

De toda esa experiencia me gustaba tanto lo que había estado haciendo con esos miembros desconocidos como con mi tía, así que aliviado ya al que tenía, me fui con ella para seguir jugando.

Me arrodillé a su lado y le metía la lengua entre sus pechos para saborear el capullo del último chico que quedaba. Como mi tía todavía no se había corrido, la ayudé a ella con mi mano. No sabía que pudiera toquetear tan bien a una mujer a juzgar por los jadeos que lanzaba ella contra mí. Con mi cara pegada a su boca, empezó a lamerme los restos de esperma que tenía en las mejillas y no pude resistirme a volver a besarle, esta vez sin ninguna polla de por medio.

Me pidió que frotase con mi mano su clítoris y así lo hice. De repente soltó de entre sus pechos el pene que estuvo acunando para  alcanzar el orgasmo. Me quedé alucinada con el chorro de agua que salió de su vagina haciendo que mi mano saliese disparada. Gritó como una endemoniada hasta que cayó de rodillas con las piernas temblorosas agarrándose a la polla que tenía delante. Se rió y volvió a besarme sin abrir los ojos.
Después de eso me agarró del pelo como si fuese a hacerme una coleta. – Esta te la terminas tú. Te lo has ganado niña. –  Y me puso delante de la boca la última polla que quedaba por correrse sin soltarme el pelo.

Esta vez, no pude chuparla a mi ritmo, sino que mi tía Paloma, me empujaba esa tranca hacia adentro tocando casi mi nariz con los azulejos de la pared. La saliva se deslizaba por mi barbilla, pero ella se encargaba de lamerla. Después me permitía sacármela de la boca, momento en que aprovechaba para recuperar la respiración. Con mis ojos húmedos por las lágrimas, seguía chupando de forma rítmica dirigida por la mano de esa guarra que es mi tía. No perdió la oportunidad de comerme los pezones, cosa que me estaba encantando.  Me pedía que siguiera chupando para que ese cabrón se corriese. Disfrutaba obedeciendo sus órdenes mientras me magreaba.

El último de nuestros sufridos sementales había estado disfrutando de una buena atención por parte de las dos. Pero llegó el momento de que se aliviara por fin: Me la saqué de la boca y me dediqué a pajearlo chupando únicamente la punta. Mi tía le gritaba que se corriera de una vez, que teníamos ganas de más leche. Fue utilizar ese lenguaje soez y el chico se dejó ir salpicándonos a ambas.  Se escuchó un sonoro quejido tras la pared. Sin duda había gozado de un orgasmo tan bueno como los míos o le de mi tía.

Nos quedamos las dos sin más penes apuntando hacia nosotras y descansamos unos minutos apoyadas en ese mismo muro. Relajadas, satisfechas y sucias.
Por fin supe qué extraño misterio ocultaba mi tía. Le prometí que guardaría su secreto siempre que me dejase acompañarla siempre que me apeteciese.

Nos repusimos del agotamiento, nos vestimos y nos dirigimos al vestuario de chicas. No había nadie a esas horas. Así que cuando yo me metí en una cabina para ducharme, ella se metió conmigo bajo el chorro de agua templada. Nos quitamos los restos de sexo y sudor que llevábamos encima. Nos enjabonamos bien la una a la otra. Sin duda, habíamos intimado a fondo aquella mañana. Nos habíamos ganado un poco de placer una con la otra, a solas.

8 comentarios:

  1. hay que ver si estás salida, madre.

    de: popsubnormalypunkintelectual

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  2. Por fin vuelves a publicar!
    Por dios que siga asi la cosa! no hay nada mejor que la paja-lectura!

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  3. Caldria vore si a l'hora de la veritat tu, qui està darrere de les històries, sabries respondre igual de be que narres...

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  4. Como siempre increíble.

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  5. Gracias por ayudarme en mis noxes d intimidad...yo tb me acuerdo de ti. SICARIA.

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  6. ¿Para cuando más cuentos lubricantes?

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  7. Jojo...lo que más me gusta es que me recuerdan a las historias de la "Clima" o "Lib" que antes de Internet había en los quioscos....

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  8. DELICIIOSAMENTE PERVERSO, EMOCIONANTE Y CASI POETICO.

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